Caso clínico: jugadora de pádel con dolor de codo.

Hoy te voy a hablar acerca de un caso que he tenido hace más de un mes aproximadamente. Feli, me “pasó” una paciente con la que compartía una de mis aficiones, el pádel. 

La paciente, que la llamaré Gertrudis (Gertru para los amigos) es una persona muy apasionada y animada, de esa gente que cuando empieza una afición se compra toooodo el kit completo para poder disfrutarlo como Dios manda.

Al principio, empezó con la primera pala de pádel que tenía por casa y le iba muy bien, hasta que ya con el paso del tiempo y de los partidos, se compró otra de mayor calidad, pero algo pasó, le empezó a doler el codo “sin razón aparente” (spoiler: sí que había alguna causa).

Estuve valorando las diferentes articulaciones que podían dar dolor en su zona, cómo se movían y si en el algún rango aparecía, pero no fue así. Vi algo de tensión en la musculatura del antebrazo pero nada “fuera de lo normal”.

Le pregunté por hábitos en el juego, si tenía alguna postura viciada o en algún golpeo en especial pero nada, no daba con ello. Me comentaba que al principio de jugar no le molestaba, pero según iba pasando el tiempo, le empezaba un dolor que iba a más obligándola a parar de jugar pero que en el momento que paraba, cesaba su dolor. 

¿Era su técnica de pádel o era algo más?

Por suerte, le dijimos que trajera la pala nueva con la que sí aparecía el dolor y ver si había algún error en la forma de coger la pala, y ¡Bingo! 

Ella acudía a unas clases de tecnificación con una entrenadora que le había recomendado colocar un grip (cinta que se coloca en la empuñadura) con un tipo de grosor tirando a fino, lo que generaba que tuviese que “abrazar” con más fuerza la pala para no tener la sensación de que se le escapa.

“Gertru” llevaba ya más de un mes con ese dolor (un 6/10), tampoco había cesado su actividad por lo que el dolor que sólo aparecía después estar jugando un rato, había evolucionado llegando incluso a presentarse sólo cuando cogía la pala.

En la sesión, probamos a añadir mediante una goma elástica que utilizo en mis sesiones, aumentar el grosor del grip de su pala, y hubo un cambio ¡Y vaya cambio! De tener un dolor de 6 sobre 10, pasamos a un 2/10 sólo aplicando esa variación, sin tratar nada más.

A lo largo de la consulta, estuvimos trabajando mucho la articulación de la muñeca y soltando la musculatura del antebrazo, logrando que el dolor casi fuese imperceptible (un éxito vaya). Le recomendé que comprase un grip y un overgrip (como una funda para el mago) para que tuviese más superficie donde agarrar y quitar tensión a la muñeca.

Y bueno, a día de hoy no tengo noticias de Gertru por lo que, supongo, le habrá ido bien. 

Si te ha gustado el caso clínico y te gusta el pádel, te dejo un enlace a un post de Instagram donde hablo un poco de las lesiones más comunes de este fascinante deporte.

firma_jorge

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.