Esta entrada de blog va para vosotros/as, pacientes, que nos enseñáis y nos permitís evolucionar.
El otro día sufrí un accidente de tráfico. Yo iba con mi moto al trabajo y un coche me llevó por delante. Por suerte, no he sufrido graves lesiones, pero sí una molesta situación que muchas veces me habéis comentado: esa letra pequeña que acompaña a un accidente y que por suerte no todo el mundo ha sufrido: dolores, agobio, pastillas, papeleos, médicos, quebraderos de cabeza y líos con seguros. El famoso “latigazo cervical“.
Todos esos escenarios a los que me estoy enfrentando ahora no me resultan nuevos y eso es gracias a vosotr@s.
Ahora entiendo por qué, a veces, cuando os pregunto de forma optimista que “¿qué tal os encontráis?” la buena réplica que espero se difumina al miraros a los ojos y ver ese lenguaje no verbal que tanto dice y al que con frecuencia poco caso le hacemos.
Porque es difícil poner buena cara cuando no nos encontramos bien o camuflar con buenas palabras esas molestias que nos amargan el día. Cómo os entiendo ahora, cuando mi cuerpo no mejora al ritmo que esperaba y cuando a pesar de seguir las directrices de mi médico y mi fisio me sigo encontrando mal.
Ahora entiendo ese sufrimiento por los dolores, el tener que tomar algo para poder “aguantar” el día porque si no se te hace cuesta arriba. El tener cita con el médic@ y que no escuchen vuestras dolencias, que os traten como “un latigazo cervical más” o “la patología X que usted sufre, son Y días de baja”.
Porque nosotr@s no somos un cuadro clínico, somos personas preocupadas que queremos volver, cuanto antes, a nuestra normalidad. Individuos que quieren volver a sentirse bien o saber si ese accidente que han sufrido les va a dejar secuelas.
Ahora entiendo esa angustia por no poder moveros como antes, por no poder coger a vuestros hij@s o no poder salir del coche con la misma agilidad con la que solíais hacerlo. Ahora entiendo ese estrés por no poder realizar vuestro trabajo, eso que os hace sentir realizad@s y que provoca que os subáis por las paredes o que la casa se os eche encima.
Pero ¿sabéis una cosa? Esta situación también me ha hecho comprender por qué muchos de vosotr@s, cuando acudís a la clínica, sois tan agradecid@s con nuestro trabajo porque las palabras de apoyo y el sentirte escuchado/a nos ayudan a mejorar, nos reconfortan. Porque en nuestra labor como fisioterapeutas, tan importante es el tratamiento físico como el mental, el ayudaros a creer en vosotros/as, a que vais a ser capaces de superar esa dolencia que os afecta y por la que habéis caído en nuestras manos.
En este punto me gustaría darles las gracias a mis compañer@s y a sus múltiples palabras de ánimo, estoy seguro de que todas ellas harán que pronto esté de nuevo con ellos.
Por último, pero no menos importante, me gustaría pediros perdón a vosotros, pacientes, pues a veces no estamos tan receptivos o empáticos como deberíamos; al fin y al cabo, somos personas y a veces no tenemos el día. A pesar de ello, trataremos de sobreponernos y de mostraros nuestra mejor versión.