Por Jorge Moreno
Aprovechando que el día 8 de Septiembre es el Día Mundial de la Fisioterapia, Jorge nos ha querido abrir un poco su corazoncito para hablarnos de qué es para el la fisioterapia. Si os quedáis con ganas de más, tenéis esta entrada para seguir cotilleando en los corazones de la clínica.
Hoy vengo a hablarte de la fisioterapia, y de la que creo, que va a ser la entrada de blog más personal que haya escrito hasta el momento. Una lectura que espero disfrutes, acompañad@ de una buena taza o “tazuca” (como se dice en mi tierra) de café y que, sobre todo, espero que te guste. ¡Dentro líneas!
La fisioterapia se define como…ya pensabas que te iba a dar la mítica chapa digna de la RAE sobre un tema en particular, ¿eh? Pues no, esta vez te voy a contar mi experiencia en el mundo de la fisioterapia.
La primera vez que la fisioterapia cruzó mi mente fue en un campo de fútbol. Un jugador se había lesionado y entonces mi mirada se centró en una figura que entraba al campo, cargada de bártulos, y que se ponía a examinar al futbolista en cuestión.
Me sorprendió que todos estaban pendientes de él, haciendo un corrillo a su alrededor, como si los demás jugadores esperaran a que el juez dictase sentencia. Corría el año 2005 y a pesar de tener 13 años tuve claro a qué me quería dedicar.
6 años más tarde pude cumplir ese “sueño” y entrar, gracias al esfuerzo y a la ayuda de mis padres, en la facultad de Fisioterapia de mi tierra.
No es que fuera un estudiante modelo o que no hincase el codo durante largas jornadas de estudio, pero el dicho de que “estudiar lo que te gusta hace que cueste menos” se cumplió, en mi caso, a rajatabla.
De esa etapa universitaria guardo muy buen sabor de boca, pues a pesar de las largas horas de teoría y de las numerosas prácticas, las cuantiosas risas que nos echamos nos dejan, aún a día de hoy, un gran número de anécdotas.
Unos años más tarde terminé la carrera y me convertí en fisioterapeuta, un profesional que en el mercado laboral tenía como meta demostrar de todo lo que era capaz sin olvidar la premisa de que mis conocimientos debían servir para ayudar a los demás.
Lo peor de la fisioterapia…
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y, como en muchos otros sectores las ofertas precarias, mal remuneradas y otras que rozaban el bochorno ético estaban a la orden del día. Muchas empresas se aprovechan de las ganas y del entusiasmo de los recién graduad@s, quienes, a veces, tragan y aceptan esas condiciones.
Estas cosas, desafortunadamente, te las encuentras de “golpe y porrazo” y creo que es algo que te tienen que contar y “avisar” para salir preparado.
Si algún/a futur@ fisioterapeuta está leyendo esta entrada… ¡por favor! ¡No te desanimes! Simplemente quiero dar luz a esas “sombras” que te puedes encontrar y de las que nadie te ha hablado.
Y lo mejor….
Si echo la vista atrás, el balance de los 6 años que llevo dedicándome a la fisioterapia es positivo. No te negaré que he tenido malos momentos, que he llorado, que me he quedado sin palabras o que me han faltado minutos de conversación con l@s pacientes. Que he salido del trabajo mosqueado porque una lesión no progresa de la manera que me gustaría o porque el tratamiento que le he aplicado no parece surtir efecto.
Pero también he reído, me he alegrado de las recuperaciones de mis pacientes como si las dolencias las padeciese yo y he vuelto a casa satisfecho de haber podido ayudar a los demás; es esta sensación la que me hace darme cuenta de la suerte que tengo de poder trabajar en lo que me gusta.
Habré cometido errores, lógicamente, y espero que con los años vayan disminuyendo, o por lo menos, sean menos graves permitiéndome evolucionar y crecer como profesional y como persona.
¡Gracias Jorge por formar parte de este equipo humano y por haber venido a aportar tanto!