Hoy no voy a escribir en el blog como experta en neurología, voy a hablar como fisioterapeuta y como persona que ha vivido de cerca este problema.
Quizás te preguntes por qué hoy, si no es el Día Mundial de nada neurológico ni nada por el estilo (hoy es el Día Mundial del Ajedrez, por cierto). Hablo hoy porque a veces llegan cosas a la consulta que te llegan dentro y te tocan más, y eso te hace darte cuenta de que la desinformación genera injusticias (o al revés).
Voy a contar, de manera resumida, lo que supuso ser fisio durante las primeras 72h de ingreso en hospital de mi padre tras sufrir un ictus:
Después de pasar las 24 primeras horas donde el reposo relativo es necesario, pregunté si podía trabajar con mi él dentro de la unidad de ictus. El neurólogo me miró como si hubiera visto un fantasma.
Le dije que me gustaría que, al menos se sentara, porque toda la fase de recuperación neuronal estaba en agudo y que si la vida es en vertical, deberíamos a empezar a darle esos estímulos (verticalidad, apoyo plantar…) lo más pronto posible. No pude hacerlo. Pero en esos momentos a nivel emocional todavía no estaba lo suficientemente fuerte como para lucharlo.
Recuerdo que era viernes cuando lo iban a pasar a planta y pedí por favor, si podían decirme donde era la lesión y si había alguna contraindicación para trabajar con él. Todavía me escuecen sus palabras:
-El lunes se pasará la interconsulta y vendrán a valorarlo. Mientras tanto, ejerza usted de hija, no de fisioterapeuta y si eso…que vaya cogiendo una pelotita.
No os podéis imaginar la ira que me provocó ese comentario, pero para entonces ya tenía fuerzas para contestar:
-Tu y yo sabemos que la plasticidad neuronal es clave estas primeras horas, y que hay miles de estudios que dicen que el apretar la pelotita (de los c*****) esta contraindicado. Si usted pasa la interconsulta el lunes, aquí no aparece nadie hasta el martes con mucha suerte, así que mientras tanto, ejerceré como fisioterapeuta, si no le importa.
El hombre se fue y yo me quedé trabajando con mi padre. No soy experta en neurología, pero si se que el cerebro entiende más de funciones y de intereses que de movimientos, y sabía lo que le gustaba a mi padre. Así que bailamos, apretamos y aflojamos tornillos, recortamos, reímos y lloramos. Trabajamos duro y sudamos mucho.
Cuando llegó el lunes, mi padre ya caminaba por el pasillo. ¿Y sabes lo que más recuerdo además de la satisfacción de poder hacer eso? La cara del resto de pacientes que estaban ingresados. ¿Por qué ellos no?
Ellos/as no por una simple razón: el sistema no tiene capacidad de abarcar la demanda que tiene. No la tenía hace dos años y mucho menos ahora después de la crisis del covid-19.
Sabiendo esta situación, y sin ser especializada en fisioterapia neurológica, pregunté si podría entrar un/a fisioterapeuta externa contratada por nosotros para tratar a mi padre. Quizás ya conozcas la respuesta: NO.
Tampoco se nos aconsejó cuando nos fuimos, que además de la atención que ofrece el sistema público, se puede complementar con centros especializados para potenciar la mejoría.
Por supuesto, mi padre fue, y dedicó unas 6h al día a su tratamiento. Si me preguntáis, para mí lo mejorcito de Granada y casi de Andalucía Oriental, está en el Zaidín: La Fundación AISSE Sinergia. Te invito a echar un ojo a su web y a sus valores.
A día de hoy, dos años después, la mejoría es alucinante (puedes verlo aquí). No sé cómo le habrá ido al resto de sus compañeros de habitación, pero me sigue pareciendo injusto que alcanzar el pico de mejoría dependa, no solo de tus posibilidades económicas, sino también de si conoces los recursos existentes tras algo así.
Todo esto me ha venido al recuerdo, porque hace unas semanas vino a la clínica un joven de 33 años con una lesión medular parcial. ç
Como os he dicho, no soy experta en neuro, vino buscando ayuda para su suelo pélvico: tenía incontinencia de gases, disfunción eréctil e incontinencia urinaria de esfuerzo… entre otras cosas. El chico llegó a mi, porque su hermana me conocía y le dijo que me preguntara si yo podría hacer algo por él.
Llevaba meses preguntando a su rehabilitador/a y al neurocirujano que lo operó, si había alguna manera de mejorar esto. ¿Adivinas la respuesta?:
- Bueno muchas mujeres tienen pérdidas después de dar a luz.
- Da gracias, bastante que andas.
Y otras tantas perlas…
Durante las sesiones, no para de repetirme: “es que yo no se por qué no me dijeron que esto existía en el hospital, aunque no lo den allí, pero por lo menos saber que existe..”
Eso digo yo… por lo menos, se debería dar la oportunidad e informar de las posibilidades que existen. Y que después, sean las personas las que decidan si cogerlas o no.
Desde aquí también quiero romper una lanza a favor de profesionales que se preocupan, te acogen y te tratan increíblemente bien. A veces es ese propio sistema el que los tiene envueltos y les deja poco margen de maniobra. Están ahí, existen y se desviven porque el paso por el hospital sea lo más agradable posible.
Quiero pensar que este desconocimiento también les afecta a ellos/as y que los/as fisioterapeuta tenemos que divulgar más aún nuestra labor.
Hasta aquí mi reivindicación de hoy… Algún día dedicaré un post entero a la importancia de la fisioterapia de suelo pélvico en las lesiones medulares.