Si yo estaba bien… ¿por qué ahora tengo dolor? Seguro que algunos nos sentimos identificamos con esa frase porque en algún momento de nuestra vida la hemos pensado.
Tu vida es una rutina diaria: te levantas a la misma hora, te vas a trabajar, vuelves, haces las tareas del hogar… un continuo de tareas que hacemos sin ser conscientes de nuestro cuerpo (se agacha, se levante, sube un brazo, coge peso…).
Hasta que un día comienza un dolor (cuello, hombro, lumbar…) que nos llama la atención con cierta frecuencia dentro de algunas de nuestras tareas. Es cuando comienzas a pensar que has podido hacer para producir ese cambio y no encuentras respuesta. -“Pero si yo estaba bien, he realizado lo de siempre, no ha cambiado nada, por qué ahora tengo dolor?”– Piensas
Nuestro cuerpo posee unas capacidades físicas básicas: fuerza, resistencia, velocidad y flexibilidad, cada uno las suyas, que fluctúan a lo largo de nuestra vida. En algunas ocasiones se elevan, por ejemplo, cuando realizamos durante un tiempo una actividad física o deporte. Pero en otras ocasiones se ven mermadas por motivos como el envejecimiento, el estilo de vida sedentario, el estrés…
Cada día sometemos al cuerpo a una serie de actividades como trabajar, limpiar, correr detrás del autobús o subir la compra que ponen a prueba a nuestro cuerpo. Estas demandas físicas la mayor parte del tiempo son menores o iguales a nuestras capacidades por lo que podemos asumirlas y nos sentimos bien, sin dolor.
Pero ¿qué pasa si un día en que nuestras capacidades se ven disminuidas o aumentamos nuestras demandas? En ese momento nuestro cuerpo se ve sobrepasado. Si es un hecho puntual en el tiempo puede que no haya consecuencias. Pero si mantenemos la situación es posible que comiencen a aparecer dolor y lesiones.
¿Qué hacemos ahora? Es el momento de tomar las riendas de tu vida y buscar una solución. Quizás comience por pedir ayuda a un profesional de la salud para mejorar tus capacidades físicas o recuperarte de esa lesión. Tu cuerpo necesita ahora que lo cuides y lo pongas apunto para volver a subir tus capacidades.
Por otro lado, piensa que a veces creemos que podemos con todo y empezamos a asumir tareas sin delegar en nadie. Quizás puedas disminuir tus demandas y adecuarlas más a tu estado actual para poder mejorar tu salud. Busca de nuevo el equilibrio entre ambas para recuperarte pronto.
No debemos olvidar que nuestro primer hogar es nuestro cuerpo. ¿Cuánto tiempo dedicamos a cuidarlo como cuidamos de nuestra casa? ¿Qué haces para mejorarlo?
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